Empacadores de Archivos
conceptos generales
Desde los inicios de la computación ha
sido necesario agrupar los archivos informáticos en alguna forma que permita su
fácil copia y distribución, para ello se crearon programas informáticos que
hacen esta función, es decir toman una serie de archivos y los unifican en uno
solo (archivado o empaquetado).
Además de facilitar la copia y
distribución, el empaquetado de archivos se hace por 3 razones fundamentales:
- Reducir el tamaño de los archivos.
- Asegurarse que aquellos archivos que deben permanecer juntos, ya sea porque cumplen una función específica o por simple deseo personal, permanezcan juntos.
- Asegurarse que los archivos sean auténticos y no hayan sido manipulados.
Entonces, dado que el empaquetado es importante,
desde los años 70 los programas de empaquetado ya se incluían como parte
fundamental de los sistemas operativos, esto incluía en el caso de Unix,
utilerías como AR(archiver), SHAR (shell archive) y TAR (tape archive) y más
adelante ZIP en el caso de Windows.
Otros archivadores aparecieron en los
años 1980’s e incluian ARC de System Enhancement Associates, Inc. LHarc de
Haruhiko Okomura y Haruyasu Yoshizaki y ARJ de
Robert K. Jung.
Para poder acceder al contenido de un
archivo empacado es necesario utilizar un software de descompresión o
extracción, función que realiza normalmente el mismo software de empaquetado.
Actualmente existe muchos programas de
este tipo con distintas funcionalidades, algo que veremos más adelante.
¿Qué es y para qué sirve una impresora 3D?
Vamos a empezar por el principio: a día
de hoy la impresión 3D no es todavía un fenómeno masivo en el ámbito doméstico,
o como mínimo podríamos decir que no ha llegado a convertirse en un objeto
cotidiano en el hogar, como sí lo son las impresoras de tinta convencionales.
Mucha gente desconoce los conceptos fundamentales de la impresión 3D y por ello
vamos a intentar resumirlos brevemente en este post.
Una impresora 3D es un dispositivo capaz
de generar un objeto sólido tridimensional mediante (y ahí radica la principal
diferencia con los sistemas de producción tradicionales) la adición de
material. Los métodos de producción tradicionales son sustractivos, es decir,
generan formas a partir de la eliminación de exceso de material. Las impresoras
3D se basan en modelos 3D para definir qué se va a imprimir. Un modelo no es si
no la representación digital de lo que vamos a imprimir mediante algún software
de modelado. Por dar un ejemplo de lo anterior, con una impresora 3D podríamos
generar una cuchara, o cualquier otro objeto que podamos imaginar, usando tan
solo la cantidad estrictamente necesaria de material, y para hacerlo deberemos
tener la representación del objeto en un formato de modelo 3D reconocible para
la impresora.
Los materiales que actualmente pueden
utilizarse para ‘imprimir’ son variados y lo cierto es que influyen bastante en
el coste de la impresora. Cualquier impresora de bajo coste suele funcionar con
termoplásticos como el PLA o ABS. Pero nos encontramos impresoras capaces de
trabajar con metal, fotopolímeros o resina líquida, aunque resultan
prohibitivas para entornos no industriales.
¿Y qué usos puede tener una impresora 3D
y en qué campos?. La lista es larga y es difícil describirlos todos: desde
piezas de instrumental médico o incluso implantes, pasando por sus aplicaciones
en la arquitectura, donde puede pensarse en imprimir objetos e incluso
estructuras, aplicaciones aeroespaciales, educación, y por supuesto el uso
doméstico y semi profesional que abre múltiples opciones y se presenta como el
futuro de la tecnología.