martes, 24 de febrero de 2015

Empacadores de archivos - Impresoras 3D

Empacadores de Archivos 

 conceptos generales



Desde los inicios de la computación ha sido necesario agrupar los archivos informáticos en alguna forma que permita su fácil copia y distribución, para ello se crearon programas informáticos que hacen esta función, es decir toman una serie de archivos y los unifican en uno solo (archivado o empaquetado).

Además de facilitar la copia y distribución, el empaquetado de archivos se hace por 3 razones fundamentales:

  1. Reducir el tamaño de los archivos.
  2. Asegurarse que aquellos archivos que deben permanecer juntos, ya sea porque cumplen una función específica o por simple deseo personal, permanezcan juntos.
  3. Asegurarse que los archivos sean auténticos y no hayan sido manipulados.

Entonces, dado que el empaquetado es importante, desde los años 70 los programas de empaquetado ya se incluían como parte fundamental de los sistemas operativos, esto incluía en el caso de Unix, utilerías como AR(archiver), SHAR (shell archive) y TAR (tape archive) y más adelante ZIP en el caso de Windows.

Otros archivadores aparecieron en los años 1980’s e incluian ARC de System Enhancement Associates, Inc. LHarc de Haruhiko Okomura y Haruyasu Yoshizaki y ARJ de  Robert K. Jung.

Para poder acceder al contenido de un archivo empacado es necesario utilizar un software de descompresión o extracción, función que realiza normalmente el mismo software de empaquetado.

Actualmente existe muchos programas de este tipo con distintas funcionalidades, algo que veremos más adelante.



 Impresora 3D


¿Qué es y para qué sirve una impresora 3D?


Vamos a empezar por el principio: a día de hoy la impresión 3D no es todavía un fenómeno masivo en el ámbito doméstico, o como mínimo podríamos decir que no ha llegado a convertirse en un objeto cotidiano en el hogar, como sí lo son las impresoras de tinta convencionales. Mucha gente desconoce los conceptos fundamentales de la impresión 3D y por ello vamos a intentar resumirlos brevemente en este post.

Una impresora 3D es un dispositivo capaz de generar un objeto sólido tridimensional mediante (y ahí radica la principal diferencia con los sistemas de producción tradicionales) la adición de material. Los métodos de producción tradicionales son sustractivos, es decir, generan formas a partir de la eliminación de exceso de material. Las impresoras 3D se basan en modelos 3D para definir qué se va a imprimir. Un modelo no es si no la representación digital de lo que vamos a imprimir mediante algún software de modelado. Por dar un ejemplo de lo anterior, con una impresora 3D podríamos generar una cuchara, o cualquier otro objeto que podamos imaginar, usando tan solo la cantidad estrictamente necesaria de material, y para hacerlo deberemos tener la representación del objeto en un formato de modelo 3D reconocible para la impresora.

Los materiales que actualmente pueden utilizarse para ‘imprimir’ son variados y lo cierto es que influyen bastante en el coste de la impresora. Cualquier impresora de bajo coste suele funcionar con termoplásticos como el PLA o ABS. Pero nos encontramos impresoras capaces de trabajar con metal, fotopolímeros o resina líquida, aunque resultan prohibitivas para entornos no industriales.


¿Y qué usos puede tener una impresora 3D y en qué campos?. La lista es larga y es difícil describirlos todos: desde piezas de instrumental médico o incluso implantes, pasando por sus aplicaciones en la arquitectura, donde puede pensarse en imprimir objetos e incluso estructuras, aplicaciones aeroespaciales, educación, y por supuesto el uso doméstico y semi profesional que abre múltiples opciones y se presenta como el futuro de la tecnología.